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- 36 - convidado A algnnos amigos míos militares para que obscrrnran el caso y oyen también el ruido mis– terioso, el cual hace anos se perci– be todas las noches• .-El Padre vi– sitó al anciano, bendijo la casa, pero el nlido no cesó. Después ele algth1 tiempo llama– ron al Padrn de parte del militar que se hallaba enfermo. Mientras el Sacerdote se esforzaba en atraer aquella alma hacia Dios, los niílos de la escuela rogaban ante la ima– g-on del Nino J esús. Después <lo mucho hablar, dijo el Padre al en– fermo que si quería recobrar la paz, era preciso que hiciera una buena confesión: - •Veremos, contestó el onfermo.-Pero tendría V. que ha– cerla pronto, prosiguió el Padre. -¡Hace tanto tiempo qul' no la he hecho!--No t'ses difícil; ¿me p1 .:>mete V. confesarse?-So lo prometo bajo palabra de honor y de militar, con– testó el enfermo • . Algnnos días después, mientras los alnmnoi:; rezaban rn la ca.pilla,
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