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- 31 - vivienda, hombre sin corazón, les amenazaba con echarlos á la calle; todos los muebles habían sido ,·en– didos. ¿Qué hacer en l<tn terrible trance? El padre hace uu esfuerzo para salir y se dirige á la iglesia do San– ta )(arfa de la Victoria, arrojándo– se á los pies del divino Niilo y derramando lágrimas muy amar– gas. Dulce y mist•t'icordioso .Jesús, ¿no tendréis piedad <ll' estos gemi– dos? Rcg-resa el desdichado á sn casa , donde á los pocos instantes entra un socio de las Conferencias de San Vicente de Pa,ul, llevando á aquella desgraciada familia una li– mosna. Pero, comprendiendo que su socorro es muy escaso para ali– ,·iarla de un modo eficaz, el cari– tativo visitante uscribe al conde <le N., implorando del divino Niño :se digne mo,·er sn corazón. Al leer la triste carta, el Conde no puede detener sus lágrimas. ~· tom<\nclo una buena ranti<lad de dinero, la

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