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-9- me comodidades, regalos, pasatiempos, en satisfacer mi vanidad. Y sin embargo, lo ha dicho Jesús. Bien– aventurados los pobres d:: espíritu; porque de ellos es el reino de los cielos. De mí no puede decir otro tamo, no soy lo pobre de espíritu que debiera ser. Ill Jesús mío, yo quiero ser pobre de espí– ritu para ser bienaventurado. No quiero co· locar mi corazón en los bienes de cs1e mun– do... Esios no me hacen feliz, no pueden hacerme... Solo tu amor hace d ichosos á los hombres. Ya lo dijiste Tú: •Yo soy el cami· no, la verdad y la vida. • E l camino que conduce á la fel icidad: la verdad que hace felices á los hombres: la vida, la única dicha que puede llenar el co· razón. Esto lo sé por experiencia. Cuando te amé con todo mi corazón era dichoso, nada me inquietaba, nada turbaba mi alma. todo en ella era paz, tranquilidad, sosiego, dicha. Todo lo fiaba en Tí, y nada me preocupaba. Jesús mío, quiero amarte siempre, des· cansar por siempre en 1u Corazón amante. No me rechaces; y si mis afec1os no son iodo lo puros que Tú deseas, ni todo lo ard ientes que debieran ser, comunica á mi pobre alma

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