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· - 37 - de, infiel á Jesús. Han sido las palabras del malvado, las risas del impío, que en nada me podían dañar. ¡Cuántas veces be empezado á hacer el bien, y no he tenido valor para continuarlo! ¡cuántas veces he emprendido una buena obra y no Ja he terminado porque me figu • rd.ba que todos me seiialaban con el dedo: ¡Hice caso de los necios! Pero ni aun esto: soy criatura demasiado pequeña para que nadie se fije en mí. ¡Cuán· tas veces he creído que tod<'s me miraban, y en realidad ninguno se daba cuenta de mi persona; Además de cobarde, fuí vanidoso. ¡Pobre de mí! 111 Jesús mÍ'Ó, cobarde ha sido mi corazón, es verdad, pero lo conozco ya: y de conocer una falta á evitarla sólo hay un paso. Ayúdame, Tú, con tu gracia á salvar esa distancia. ¿Por qué he de avergonzarme de ser tu discípulo? ¿Porqué be de hacer caso de los necios? No, Jesús mío: no quiero que te aver– giiences Tú de mí ante 111 Padre celestial, porque yo de Tí me avergiience ante los hombres. Quiero ser tu discípulo, y que el mundo conozca que te amo. Aquí me tiene..s, mi Jesús, dispuesto á to-
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