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del paraiso para perder al mundo, y Jesús se sirvió de oti o áruol para salvarnos. [)e esta manera Jesucristo vence al ene– migo con el mismo instrumento con que éste venciera al hombre. ¡ AJmira, alma mía. la caridad de Je·– sús. qne siendo sobrados los méritos de la corona de espi nas y de los azotes pa– ra obrar nuestra Redención, lleva la Cruz para darnos una prueba más ae su in– menso amor. En la Cruz se hallan los secretos de la verd;id, de la santidad y de lit íelícidad; misterios qne solo los humildes pueden penetrar y comprender. Los soberbios, los sensuales. los amadores de este mun– do no alcanzan las dulzuras y beneficios q11e encierra la Cruz. Vos. Jesús mío. q11e disteis luz a los ciegos. iluminad mi entendimiento para q11e comprenda tas satisfacciones y be– neficios de la Cruz. (Se medita un poco y se pide la gra– cia que se desea obtener.) Cinco Padrenuestros a las llagas de Jesús Nazareno. 29

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