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en mano& de &u& crueles enemigos para que hagan de El lo que quieran. ¿Y qué quieren los judíos sino hacer– le morir en un patíbulo? Está en sus manos y se saciarán con su venganza. Unos viles y abyectos hombres domina– dos por la envidia son los jueces del ino– centísimo Jesús. La hipocresía, el odio, la vileza. el rencor, todas las pa'siones se aunan para juzgar a la misma Justicia y Santidad. Pero eso mismo hacemos nosotros; todos tenemos una voluntad propia que nos arrastra a seguir el instinto de la carne y las pasiones que se oponen a la ley de Dios. No es solo el popu lacho judío que pide la muerte del Salvador, es también el pueblo cristiano; somos cada uno de nosotros que renovamos esais escenas de la Pasión y Crucifixión. cada vez que quebrantamos lois preceptos divinos. !Dulce Nazareno ! Iluminad los ojos de mi alma para que conozca mis erro· res y sea dócil en seguir vuestro camino. (ti'\ edítese un poco y se pide la gracia que se desea conseguir) Cinco Padrenuestros a las llaga& de Jesús Nazareno. 20

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