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eso: sucumbiréis a la tentación, si no oráis y pedís al Padre celestial su luz y fortaleza. Combatidos por ejércitos de enemi– gos poderosos, no debemos descuidar la vigilancia ni de día, ni de noche, fortifi– cando nuestra alma con la oración. Los apóstoles son vencidos por l:i tentación del sueno, y luego por el temor de los enemigos huyen cobardement~ dejando solo al divino Jesús Nazareno. Aprende, alma mía, a no fiar de ti misma. Los eneniigos te rodean y bus– can tu ruina; puedes librarte de ellos con la gracia que Dios concede al que se la pide mediante la oración. No dejes tu oración diaria, aunque sea breve; reconoce ante Dios tu debili– dad, tu necesidad; y Dios, Padre bonda– doso, te sostendrá con su gracia y favor, y no caerás. Serás siempre discípulo de Jesús: no le abandonarás jamas. (Se medita un poco y se pide la gracia especial que se desea conseguir por me· dio de esta novena.) (Ahora si>. rezan cinco Padrenuestro& a las cínco llagas de Jesús Nazareno.) 6
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