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gen de Unzizu, como la invocaron nuestros antepasa dos. ¿De cuándo data esa hermosa capilla? ¿Puede ser la primitiva? ¿Cuál fue la época en que se conoció esa particular advocación? ¿Ha sido la misma en todo tiem– p0? He aquí lo discutible; he ahí lo que puede darnos la luz que necesitamos en tan interesante cuestión. Creemos, en primer lugar, que la ermita no es la primitiva; pero somos de parecer que ocupa el mismo sitio en que se levantó la primitiva. No es preciso de– tenerse mucho en su examen para cerciorarse de nues– tra afirmación, basta una simple mirada. ¿Quedará al– go de la primera construcción? Indudablemente: su pe queño ábside lo está anunciando. Más tarde debieron agregárseles las capillas laterales y últimamente, el amplio espacio que hay entre Ja cancela y su frontis . 1 El edificio primitivo no excedió las dimensiones de un sencillo humilladero o adoratorio, adaptado, natural– mente, a las circunstancias del tiempo y al número de vecinos; lo restante se halla en relación con el aumen– to del personal y con la creciente devoción de propios y extraños a la milagrosa imagen, que tan singular– mente los favorecía. Podemos, por consiguiente, sos– tener que el recinto en que está el altar con nuestra benditísima Protectora es el mismo que edificaron nuestros piadosos antepasados, sin temor a contradic– ción de ninguna especie, como también podemos y de– bemos mantener que, a pesar de todas las transforma– ciones del paisaje, el santuario primitivo ocupa el mis-– mo lugar en que se apareció la Reina de los Cielos. Establecido esto, réstanos la investigación de aque- 1 Este C8p•cio, nave muy capaz, lue agregado el año 1747, aegú11 cons1a en la inscripción de una lápida que colocaron sobre la puerta de entrada. (Gracias al amable comunicante.) 5
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