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Cielo será suyo. Así nos lo han dicho los grandes Do tores; así los Santos más distinguidos, y así también 1 santa Madre Iglesia, que enseña y gobierna a tod la cristiandad. ¿Queremos la vida de la gracia? Acud )'JIOS a María, exclama San Bernardo. ¿Queremos l salvación? Refugiémonos bajo el manto protector d María, según lo hicieron San Agustín, San Buenave tura, Santo Tomás y cuantos entendieron con perfe ción esta verdad. Dondequiera que estéis, clama )'llelifluo San Bernardo, y cualquiera que sea vuestr situación, levantad los ojos al Cielo y veréis a vuestr augusta Reina con las manos llenas de gracias y b neficios, pedidlos, pues para vosotros son. Nadie dud añade, nadie vacile, por pecador que haya sido, s puesto que el necesitado es el que más derecho tien a la compasión y protección de la que es Refugio d• pecadores y Consuelo de afligidos. No, no vacile n die. porque tal vacilación constituiría su mayor des dicha. Vence el enemigo fácilmente a los que halla de provistos de la protección de la Virgen María, per nada puede contra aquellos que llevan su Nombr dulcísimo en la boca y su amor en el corazón. Profu dicemos en la consideración de esta importantísim verdad, y nadie nos aventajará en el amor y dev ción que a nuestra Madre y Protectora la Virgen d• Unzizu debemos todos los hijos de Arellano. ¿No quiere para el cielo? Pues vayamos en seguimient suyo, y el Cielo será nuestro. Oración para este día ¡Oh clementísima Virgen María! En vuestra s berana protección colocamo~ todas nuestras esp ranzas. Muchos son los enemigos que nos rodean Y muchísimos los peligros que nos cercan; per 4

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