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purísiulos ojos: fue depositada en sepulcro escogido, tres días después subió a los cielos, no por virtu ~ropia, puesto que pertenece a solo Dios, sino llevad en carroza triunfal formada por todas las jerarquía angélicas Quien sabe lo que es una carrera triunfal fácilmente podrá formarse alguna idea de lo que ocu rrió aquel día memorabilísimo en que la siempre Vir en María. Madre de Dios, traspuso los umbrales d fa corte del Altísimo. Millares de ángeles y arcángeles de virtudes, potestades y dominaciones, bajaron al lu gar en que dormía el dulce sueño del tránsito a la eter nidad, y tomándola sobre sí con reverencia y júbilo. Ja condujeron a la presencia de la Beatísima Trinidad y Ja sentaron en un trono más brillante que la Luna y roás resplandeciente que el Sol. ¡Oh día feliz! te cele bramos y aplaudimos con todo el entusiasmo de nues tros corazones. Verdad es que nuestra Madre se h separado de nosotros, pero también es verdad que n nos ha olvidado ni nos olvidará. No nos olvidará, cuan to mayor altura ocupe, tanto mayor será su poder; y cuanto mayor sea su poder, tanto más nos auxiliará y defenderá. Cantan los querubines y serafines, sale a su en cuentro su Divino Hijo, abrázala tiernamente, y colo cándola sobre el trono de gloria desde el que ha d reinar por toda la eternidad, llégase a él la Beatísim Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, y pone sobr su resplandorosa cabeza la corona regia que al> aetern le tenía reservada. Ya no son los ángeles y arcángeles ni tampoco son los querubines y serafines los encar gados de la honra y exaltación de su Reina; es el mis mo Dios quien completa la brillantísima fiesta, coro nando para siempre como Reina de todo lo criado, a la que en vida babia proclamado, por boca de su Em bajador. bendita entre todas las mujeres. ¿Quién no s 3

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