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Dios, mientras los hombres no la acompañen en sus egrías, estas no serán cumplidas y perfectas. ¡Oh irgen santa! le han dicho San Bernardo y San Bue– aventura, todo cuanto os distingue de los desgracia– aos hijos de Eva nos pertenece, puesto que lo habéis ~ecibido en atención a nuestro miserable estado y con ¡ ~bl fin de hacernos libres y felices. ¡Ah! bastante me- ·or que nosotros, bastante mejor que Jos Santos co– ocía la Virgen sacratísima esta importante verdad• Los S11ntos le hablaban con la confianza de hijos, pero e hablaban así porque habían visto realizada la ma- • avillosa obra de redención en todos sus extremos. Ya · ~ o era solamente Dios con sus ángeles quien celebra– ¡¡¡-:ª sus triunfos y la acompañaba en sus inefables ale– rgrías. eran también los hombres y las mujeres, eran lllas almas de los hijos de Adán, trofeo de sus dolores t<y corona de su felicidad las que aludían en coro y fil epetían en derredor suyo el cántico suavísimo que esonaba en la corte celestial Muy agudos y pene– t!trantes fueron los dolores que Je costó nuestra salva- 'llción; pero aquéllos tuvieron fin con la resurrección de ~u Hijo Redentor, en tanto que sus alegrías no acaba– rán jamás, sino que durarán por Jos siglos de los siglos. ·~ ~ Oración para este día ~ ¡Oh felicísima Virgen María! permitid que nos !asociemos de todo corazón a vuestras maternales ~alegrías, celebrando con júbilo extraordinario vues- ~tras grandezas y triunfos, completados con aquella ~victoria final que nos abrió las puertas del Paraíso. , Vuestra victoria es la victoria del mundo entero, ;ya que con ella rompisteis las durísimas cadenas que nos aprisionaban y esclavizaban. ¿Cantan los ~34
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