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DIA SEPTIMO ·~f MEDJTACION l¡> sobre las alegrias de la Virgen María ~¡1 Goud•ns goudtbo in DomiM !i:,~ PUNTO PRL\'IERO ~~ A las grandes penas suelen seguirse grandes con– :r.~laciones, y a las grandes amarguras sus correspon– ~füen tes alegrías. La Virgen María hubo de sufrir lo Que ~j~ indecible desde que se le anunció claramente el ¡y, 1 ~acrificio de su Hijo-Dios, y la pérdida de tantas almas : 1 ·¡iio obstante la redención; pero tengamos presente Que , po podía faltarle su equivalencia, como no la faltó :~n las alegrías y consuelos de que fue inundada su al– d~- a santísima. Grandes, muy grandes habían sido sus .~ legrías al entrar en el mundo sin la mancha origi– ;1 . al y al contemplarse Madre de Dios por obra del ~!Ésplrítu Santo; pero fueron mayores aún las que ex- . ;~eriment6 al abrazar a su Divino Hijo después de re– b~ucitado y saber de su misma boca los portentosos r e– ~Fultados del sacrificio. Y las consideramos superiores, . ~jj>orque nunca se disfruta tanto como después de haber · !'l!>adecido mucho; de donde proviene aquel dicho que r~ todas horas se repite: el que no ha sufrido no sabe t ,¡iº que es alegría. Hay, sin embargo, otra razón muy 1 ;;ioderosa en pro de nuestra afirmación, la cual se fun- . ~~a en la reparación de los males causados por el pe- 1i::ado y en la concesión de la gracia santificante otor- 1 ,tgada sin limitación a todos los hijos de Adán por los ™1-iéritos de tan acerba Pasión y dolorosa Muerte. Su i Concepción Inmaculada era un privilegio exclusiva– i ttnente propio, así como lo era también su divina Ma- 1 f;ernidad; debió bendecir la diestra del Omnipotente. GJ!l2

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