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PU 'TO SECUNDO Había predicho el anciano Simeón que una dolorosa ,spada atravesaría el alma de Ja Virgen Maria y la redicción se cumplió con Ja mayor exactitud. Et tuam psius animan pertransibit aladiu.s. ¿Qué espada era ~· -quella de que hablaba el venerable anciano, espec- 1Lador y cantor de la redención de Israel? Era la má~ ¡r,unzante y cruel, la única capaz de penetrar y atra– ~~esar el Corazón inmaculado de María. La Madre más ~'\ ,eliz y dichosa de la tierra, la Madre de Dios, a quien )g~eva en sus castísimos brazos rebosando júbilo celes– \~ ial, escucha de pronto el anuncio más doloroso que ~. odia imaginarse. Decir a una madre, cualquiera qul' ~t·ea, que uno de sus hijos ha de acabar sus días en el l1j adalso, es causarle una herida mortal que nada ni adíe podrá cicatrizar. Pues eso le ha dicho a la Ma- '.~e de Dios el último de los profetas del Antiguo Tes– : i amento. Hay más todavía, y esto es lo que más des- 1'j arra el Corazón amorosísimo de la Virgen María. El 'f ijo de Dios venía a salvar a todos los culpables, de– ~trolviéndoles los derechos perdidos; pues he ahí que en 1 ' 1 b~sa hora se le hace saber que aquel Hijo de Dios, he– hho Hijo suyo por obra del Espíritu Santo, ha de ser ·c;ausa de la ruina y perdición de muchos, porque en · , 'lrez de creer en su palabra y abrazar su doctrina, han ¡l&e declararle cruelísima guerra. ¡Pobre Madre! Todo . 'tuanto se le anuncia en los atrios del templo, todo ~e convierte en amargura y desolación. Hubiérase con– ~ formado tranquilamente con el sacrificio de su Hijo, ( ofrecido por la salvación de los infelices y desventu- l rados esclavos de Satán, cuya orgullosa cabeza tenla ¡¡pJastada bajo su bendito pie; pero, ¿cómo había de Fonformarse con Ja pérdida eterna de aquellos mismos 1 que intentaba salvar? ¡Angustia sin calificativo para 1 ¡m Corazón tan sumamente piadoso y caritativo! Erale ,, jlO

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