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\\xistencia mortal. Y ¿qué hace, cuando quiere colmar– ~os de dicha y felicidad? Invitarnos a que procuremos ij'l>uscar aquellos tesoros que nos han de enriquecer por toda la eternidad, por ser los únicos verdaderos y t?ermanentes. Primero nos dio el ejemplo; ahora nos ~ abla desde su trono de gloria; y nos dio primero el iemplo, a fin de que su palabra fuese eficacísima. Por qué no nos ofrece las riquezas de la tierra? Por– ue en la tierra se quedan al entrar en la eternidad. ~ ¿por qué nos exhorta con tanto interés a que bus– uemos los tesoros de la gracia, de las virtudes y de s buenas obras? Porque la gracia, las virtudes y las uenas obras constituyen la verdadera e imperdible queza, en cuya posesión estuvo y estará por siempre amás. ¿En qué pensamos nosotros? ¿Cuáles son nuestros ..-1eseos y aspiraciones? ¿Cómo entendemos la lección ,~ublime que se nos dió? ¡Ay, cuán equivocados viven os hombres en su gran mayoría! ¿No es verdad que ~J xperimentan mayor satisfacción y alegría con la po– , .~esión de una gran fortuna que con la posesión de ~ jDios? ¿Cómo, pues, ha de enriquecernos esa augus- 1;;ísima Señora, si nos empeñamos en rechazar los 1 • lnefables tesoros que nos ofrece, y nos obstinamos · en correr tras de lo que aleja de nosotros porque nos pierde? Si de veras queréis ser ricos, dijonos Jesús, :unad las verdaderas riquezas: Si vere divites esse cu– pitis, veras divitias amate. ¿Cuándo llegará la hora en ¡¡ue seamos real y verdaderamente ricos? Cuando nos resolvamos a imitar a nuestra soberana Maestra y Protectora la Virgen María. Vivamos contentos con nuestra suerte, procurando el pan de cada dia con el f udor de nuestra frente y sirviendo a Dios con toda idelidad, y nada nos turbará y seremos ricos en el iempo y en la eternidad. 1 18
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