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Pero como hay riqueza que alucina y pierde, y riquez que ilumina y salva, es preciso que distingamos la un de la otra y conozcamos cuál es la verdadera y cuá es la falsa, para que ni quedemos alucinados ni corra mos por el camino de la perdición. El mundo ha con fundido en todo tiempo la riqueza falsa con la verda dera, y como no hay mayor peligro para los hombre que esa confusión, su camino ha sido siempre el de l perdición. ;,Quién es el más rico de la tierra? ¿Es, po ventura, el que cuenta con mayores bienes de fortu na? Así parece a primera vista, pero si se conside atentamente, se echa de ver que no pasa de aparien cia, puesto que no lo es en realidad. El más rico de h tierra es el que vive con más paz y tranquilidad y sir ve a Dios con mayor fidelidad, sea poco o mucho l que tuviere en bienes de fortuna. Ahora bien: ¿fu verdaderamente rica la Virgen María? Riquísima cua ninguna otra criatura. Cierto es que careció de lo bienes de la tierra; pero, ¿qué falta le hicieron? ¿N tenía a Dios consigo? ¿No la servían los ángeles? ¿N vivía en una paz celestial? ¿No era una hoguera d amor divino? ¿Quién por consiguiente, más rico qU la Virgen María en medio de su pobreza terrena? Si e inmensamente rico quien posee a Dios por la gracia ¿cuánta sería la riqueza de esa excelsa Señora cuy Hijo era el mismo Dios? Una palabra suya habría sid suficiente para que el orbe entero le hubiese presen tado sus tesoros más ocultos, limpios de escoria y lodo pero no la pronunció, porque ni era la voluntad de s Dios ni necesitaba de ellos para nada. PUNTO SECUNDO Ya está en el Cielo; ya manda en los ángeles y dis pone de todo cuanto encierran los cielos y la tierra ya no ):>uede aparecer pobre, como en los días de s 1

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