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mos en la cuenta de ese vacío, ni hubo quien nos es– timulara a ello, sin duda, por no detenernos en el ca– mino de la predicación, que habíamos emprendido. Sus reiterados y apremiantes ruegos pusieron la pluma en mis manos, y hoy sale a luz para bien de todos. ¿No es esto lo que esperabais de vuestro hijo en Cristo, an– tes de pasar a la eternidad? Pues ya está en vuestro poder. Bendigamos por todo al Omnipotente; démosle toda la gloria, y supliquémosle por intercesión de la Virgen de Unzizu nuestra reunión en la Patria celestial. Y Vos, Virgen de Unzizu, que me habéis asistido e.n todo tiempo y lugar, defendiéndome contra todos los enemigos de mi paz y salvación, de mi alma y de mi cuerpo, que no han sido pocos, dentro y fuera de mi Orden, acoged benignamente este pequeño obsequio que os presenta mi pluma y mi corazón, y bendecidlo copiosamente, a fin de que todos cuantos la tomen en sus manos y la hagan ante vuestra imagen, con reco– gimiento y fervor, obtengan lo que pidieren en la tie– rra, queden consolados en sus contratiempos, y vayan, por último, a contemplaros y bendeciros en el Cielo :por toda la eternidad. l El Autor 1 10

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