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5 las tropas beligerantes, basta que dos hombres que lle– gan á lás lTeS de la tarde desde el Campo de Ja refriega, anuncian que babian visto los cadáveres de seis soldados esparcidos por el camino y las humeantes ruinas de un convento que babia sido incendiado en Alcocer. Llego la fatal noche bajo cuyp negro manto se babiaa de represeoµi r tan luctuosas y horribles escenas, se pre– senta u11 militar pidiendo boletas para la tropa carlista, y la municipalidad las prepara inmediatamente , saliendo despues ucompañada de las personas notables del pueblo á recibir al gefe carlista, el cual con aspecto feroz y torvo ceño oprime los hijares de su caballo sin hacer ca– so de la diputacion que atribulada le sigue á su aloja– miento, desde cuya puerta..aquel bárbaro gefe les bace la horrreoda y sacrílega iutimacioo siguiente: e< En el término de dos horas queda desocupada la Iglesia, por– que se va á reducir á pavesas.)) Señor 111 exclama el que regia la parroquia... <e Pena de la vida :» replica el gefe volviendo la espalda. La ejecucion de aquel atroz mandáto corre l>Or cuenta de un digno satélite del beodo caudillo. Las imágenes santas, los vasos sagrados, las alhajas y las "estidu ras sacerdotales soo arrancadas del templo y tras– ladadas desde sus sitios á las casas de los particulares, _ secundando esta operacion algunos soldados. los que se •ocupaban en la traslacion de estos sagra~ d'Os objetos advirtieron en la galería de la cárcel un gru– po de soldados que conducía al cuerpo de guardia á tres hombres y dos mugeres que huyendo habían sido sor– prendídos en el puente de Buendia, cuya direccion habiao tomado no presumiendo que los ca.rlistas desde Alcocer lmbio'o de dirigirse por aquel punto. A las siete de la oo– clie ascendían ya á veinte ó mas los detenidos en, la pre– vencioo, entre los cuales se hallaba el que esto escribe, sin que ninguno supiese la causa de su prision. Conver– sando estábamos unos con otros sobre este particular, CQando fuimos interrumpidos por el ruido de pasos de personas que subian la escalera; y á pocos momentos un hombre moreno como de 35 á 40 años, de talla regular, buenas facciones, envueltas las manos en un largo cha– queton pardo, y cubierta la C;lbeza con una boina encar-

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