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u entusiasmo feliz y ardiente celo que ráudo por mis venas discurría al ver que. de piedad dándome ejemplo, mi Obispo consagraba el nuevo templo. Desde luego la inmensa muchedumbre , que hnmilde ante su Dios la frente abale y se goza en su libre servidumbre , mi mente fija y mi pecho late henchido del calor de aquella lumbre que el estro comunica á todo vate. El ver un cuadro tan piadoso y tierno. impulsóme á loar el culto externo. De Débo1·a intenté ¡ ob qué indiscreto ! remedar los can tares sobrehumanos atendiendo á lo grande do mi objeto; mas Ja lira y el pléctro de mis manos cayeron sin trazar ni aun un bocelo : y al mirar mis esfuerzos siempre vanos de los bíblicos libros hice estudio para hallar á mi canlo alguo preludio. De los siglos primeros recordaba la negra ingratitud del Universo; en vicio y en error se sepultaba el gér1t1eñ éle Ca in, · vil y perverso ; y de Seth Ja progénie le imitaba de su primer candor siendo reverso. Solo el piadoso Enós gozó renombre invocando de Dios el santo nombre. (·1) ¿De dónde procedió tamaño olvido que en siglos diferentes y naciones. si el rico. al menos no ... que el desvalido no asestára á su Dios sus or;lciones . sofocando en su pecho aquel latido que bate y fuga de él las aflicciones? Opino pues, y esta opinion es rr¡ia, por c¡ue templos ó iglesias aun no babia. A seres tan igoobles Dios rechaza de su faz sanla con dolqr profündo , •· 1 (1) Génesis , 4. ~6.

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