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33 las cnbezas, Lende<l una mirada en direccion de aque– lla bóveda, cuyo cielo es un prodigio del arle: fijad ''ueslros ojos aun mas allá de la "erja. ¿Qué es lo que allí percibís? Uoa pila bnu ti::;mal. Basla. Esa es la fu en le sagrada donde se os q 11 itó la mancha que obscurecía la hermosura de vuestro esplritu. El mi– nislro de Dios derramó ahí sobro vuestras cabeza~ el agua rcgenerndora del Bautismo; proirnnció .algunas palahras misteriosas, y descendió á Ja vez sobre vos– otros el Espíritu Santo; y os comunicó sus dones y su gracia; y os dió la vida de Crislo; y os hizo ami– gos de Dios ; y os franqueó la entrada de la gloria. ¿Se necesita otra cosa, seilores, para que al pisar de nuevo el templo donde tuvieron lugar tantas mara– villas respecto de cada cual de nosotros, rebose de enlusiasmo nuestro espíritu, y no dé nuestro corazon sino palpitaciones de regocijo ? ¿Se necesita olra cosa para <¡ue, por tanto bien, no nos cansemos jamás de repetir al Señor nueslra gra titud y nuestras adoracio– nes? Empero he ~icho muy poco todavía . Tal'llbien . aquí , sei1ores, en esle mismo lemplo fué donde reci– bimos la forta leza católica con el Sacramento dé la Confirmacion. 'fambien aquí en este mismo templo fué donde nos enseñaron a vivir crislianamente. Aquí veníamos á escuchar la explicacioo del Evangelio, y Ja Doclrina Cristiana. Vemamos á oil' la explicacioo de esa Doctrina que aprendimos <le nuestros padres, de nuestros maestros , y de nuestros sacerdo'Les. De nuestros padres cuando nos enseüaron á hah1ar; ele nuestros maestros cuando uos enseilaron á discurrir; y tle nuestros sacerdotes cuando uos enseñaron á hon– rar á })ios y adorarle, amándole sobre todo. ¡Ah ! llespelo y vcneracion á la memoria de esas tres fuen~ tes ~le la pa.la ~ra, ele la i~struccion y de Ja creencia. Aqu1 , oh ~ns llanos.' acudiamos ~ oír la exposicion de esa Doclr111a. celestial 9ue coo~1enc loclas las reglas '1e nuestra vida ..Todavia. mas. fambieo es a-qui don– de buscábamos a Jesucr1slo en alguno de sus minis– tros: le confesábamos nueslras fl aquezas, le mostrá– bamos nuestro arrepentiuüenlo, y le pedíamos con 3

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