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30 cua11do algunos pueblos se hallan sin lugar sagrado en que pue<la ofreoerse el augusto sacrificio; cuand1J en muchos otros, no se atreven sus vecinos á pene– trar en el templo , que amenaza desplomarse; cuan– do acudian á nuestro muy reuerable Prelado de mil puntos diferenles solicilando recursos, ya para edifi– car iglesias, ya para evitar su inmine11te ruina y re– pararlas; cuando en medio de Lan numerosos y alar– mantes gritos, la necesidad, Ja dura necesidad y la escasez de medios daban tormento á su corazon, y mezclaba sus respuestas de paciencia y de esperanza ~on lágrimas, que sofocaba en su pecho; cuando to– <lo esto, y mucho mas que omito, es de público y de palpable notoriedad, ¿no podremos considerar como un prodigio la obra de nuestro templo? Adrertid que nosotros teníamos dentro de la poblacion la preciosa ermita que al Di\'iuo Rostro edilicára la generosa pie– dad de nuestros abuelos; y por consiguiente, que uo se ha inlerrumpitlo el sacrificio de los altares: por manera que existía un motirn, á lo menos, para la tregua en la reedificacion. ¿ Habl'ia sido extraño que nosotros, y aun las inmediatas generaciones, bullié– semos descendido al sepulcro con el desconsuelo de no yer aun reparado y habililado esle suntuoso edifi– cio? Por mas que nuestros deseos fuesen \ivisimos, y en lo posible eficaces, ¿ uo pensábamos y creíamos que se contestase á nuestras demandas= Esperad: ''osotros no carooeis de templo, aun<Jue reducido: no tengais prisa, ¡Jorque podeis esperar? = ¿Cuánlas veces no hemos oido eo los aüos anteriores el lengua– je de Ja dada y Ja vacilacion, y hNJta el lenguaje de la incredulidad respecto de la obra? ... = No /.Q veré yo. = Hé aquí la frase que han pronunciado vuestras lenguas por espacio de doee años: tan per– suadidos estabais de la magnitud é importancia de los obstáculos que se presentaban : obstáculos , al pa1·c– cer, insuperables. ¿Y 110 tendré yo razon en vista de esto para decit· hoy que la reconstrnccioo de nuestro templo ba !?ido una especie de milagro, por el que debemos á Dios la gratitud, y un ci,lto sempiterno?

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