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1 1 28 tau querido templo reduciéndose á pavesas y cenizas: las inmensas llamas alumbrando siniestramente nues– tra poblacion: sus vecinos lodos atónitos y aterrados: las mugeres con sus facciones coolrnidas y desencaja– das , con los cabellos descompuestos y en desorden, con sos ojos arrasados en lágrimas dolorosas: las san– tas imágenes, conducidas en los brazos de la piedad, que arrostraba el peligro de la muerte: y el estampi– do del arcabuz homicida: y el mortífero plomo con– Yirtieuclo en cadá,·eres á personas muy honradas é inocentes... ¡Ah Dios mio 1 No, no proseguirc. Cor– ramos el velo á un cuadro tan espanloso y tan repug– nante. No renovemos bericlas que el tiempo ha cica– trizado... ¿Por qué, oh Seiior, permitiste que vinie– ra sobre mi pueblo tanta amargura y tanla lribulacioo? ¿Por- qué consenlisle le dominasen tan aciagameute las furias Jel infierno, personificadas en el mas injus– to, el mas cruel é inhumano de los hombres? ¿Por qué no le aniquiló tn mano lao poderosa y tan justa, ¡1rimero que, en su loco frenesí y en sn l>árbara impiedad, hubiese arlioulado su lengua las órllenes de incendio, de sangre y de exterminio?.. . Pero ¡ah! Disimuladme, Señor: perdonad este desahogo al cora– zon oprimido por tao funestos recuerdos. Son vuestros juicios incomprensibles; pero siempre justos, siempre santos y adorables, siempre dignos de nuestro mas pt·ofundo respeto y veneracion. Respetemos, pues, amados mios, y \'eneremos Jos altísimos designios de la Providencia; y aborrezcamos de todo corazon la guerra , ese abol'to del infierno, causa y origen de tantos desastres. ¡Mi maldicion y la vuestra, y todas las maldiciones á la guerra! ¡Co– mo vuestra bendicion y la mia, y todas las bendfoio– nes á la santa paz 1 á esla bija del cielo, que entre sus inapreciables beneficios nos proporcionó los me– dios para reedificar este templo, incendiado por una mano sacrllega. Pero , basta ; baste ya de ideas tris– tes y desgarradoras. Perdonad , seilores, estos amar– gos recuerdos. Debemos alejarlos hoy de nuestro es– píritu. Hoy estamos aquí para entonar himnos de gra-

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