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9 Ya que el pueblo de Sacedon no ha podido hacerse otra justicia , quede consignado en esta página para la execracion pública el nombre de Francisco Caces, que eo Enero de 1840 se titulaba comandante de las provincias de Cuenca y Guadalajara, hombre feroz y que tantos pe– sares nos causára. Tampoco quiero dejar de recordar aquí con el mismo objeto al ejecutor de sus inicuas órdenes, á quien llamában por apodo Espartero; el cual no solo ejecutó las órdenes como se las diera su digno gefe, sino que aumentó el estrago y la destruccion; pero la justicia divina parece se encargó de vengar al instante el grao desacato de aquel miserable; pues acometido repentina– mente de acerbos dolores, fué trasportado en una camilla á Deteta , donde murió: y segun relato del mismo que le auxilió tanto en el tránsito como hasta que espiró, lleno de zozobra y remordimientos imploraba á gritos la cle– mencia de Dios. lle hablado del modo bárbaro con que fué destruido el santo templo, y de las terribles escenas que acompa– üaron á este hecho sacrílego: réstame el referir las dis– posiciones que se tomaron, las diligencias que se practica– ron y viajes que se hicieron basta su reedificacion. Cinco años permaneció este magnífico templo abrasa– do y derruido sin que nadie se interesase por su reedifi– cacioo, ni por salvar lo que en lo sucesivo pudiera utili– zarse, hasta que en Diciembre de 1845 se dispuso la formacion del oportuno expediente, y se cornlsiouó para que marchase á Cuenca á recoger el informe del diocesa– no al presbitero D. Francisco Corona, autor de esta Memoria, el cual marchó despoes á Guadalajara para ha– cer venir al arquitecto que debia levantar el plano. Formado el expediente, se remitió al ministerio de Gra– cia y Justicia, en donde permaneció sin curso alguno has– ta que en el mes de Enero de 1848, aprovechando la buena ocasion de haber elegido Diputado de este distrito

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