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. . . y Mas aun en el caso que dichas diversiones tea- trales se pudiesen graduar de indiferentes lo qual no es posible.,.se debe tener en- consideracion ahora la doctrina del P. S. Gregorio el grande que enseña ser uno de los frutos principales de la verdadera penitencia en los que habemos pecado el abstenernos aun de las diversiones lícitas tanto mas quanto ha sido mayor el daño que con la culpa le hemos ocasionado y hecho á nuestra po- bre alma, (24) lo mismo que por una ilacion forzosa, . parece que con mas razon se deberá en- tender de los pecados, cuyo daño trasciende tam- bien á etros , singularmente al comun de un pue- blo, de una república, d de un reyno entero, y. mas en la ocasion en que se trata de aplacar á un Dios injustamente ofendido y justamente ir- ritado contra nosotros: Fuera de que, Señor, €s- tando nuestros hermanos los fieles. vasallos de V. M. sacrificando sus vidas .entre las incomodidades y peligros de la guerra; y hallándose todo el reyno toda le Europa y aun toda la santa iglesia en la mayor: consternacion y llena de amargura, no pa- rece bien que se entreguen los demas á la diver- cion y á los pasatiempos, quando “todos con ora- ciones y lágrimas debemos concurrir y coad y ubar 4 la causa pública y comun, la qual sin uncH- men enorme de ningun modo podemos mirar con indiferencia. El raro exemplar del prudente y va= leroso Urias , que por hallarse el Árca Santa, el exército de Israel, y su capitan general entre las penalidades de la campaña de ningun modo quiso —o (24) 5. Gregor» homil. 20. in Evang» 4

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