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«- di ei ciar 14 2 uná union ten estrecha con Dios, que y7 puede con el Apostol desafiar a todas las cria. turas » diciendo : ¿Quis ergo nos separabit 4 chbaritate Cbristi ? (7) ¿Quién será capaz de separarme de la caridad de Jesu-Christo ¿ En efécto , mí los viages continuos , y prolonga- dos por toda la Europa, ni los dolores agudos de piedra , y de gota le dispensan de cami= nar a pie, esquasando rios, arrollando lodos, pisando nieves , calando aguas , abrasado de Ca- lor , elado de frio; subiendo cuestas , pene- trando montes , atravesando selvas , sed, ham- bre , desnudes , peligros , jornadas diarias de seis , ocho, y diez leguas , sin dejar de «decir Misa; ayunar, orar , rezar , levantarse 2 me- dia: noche 4 Maytines, poco despues de llegdr 2 los Conventos. El experimenta la cadena de penalidades , que enuinera San Paulo; y todas no pueden apártarlo de Ja union con su Dios. Le ama con tanto aprecio , que todos los bienes del mundo no pueden atraer a sí un co- razon , donde el amor de Dios sobre todas las cosas havia fijado su trono. La concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos; la sobervia de la vida , que tanto dominan en los mortales , no tienen entrada en Lo- tenzo. ¿Qué aprecio havia de hacer de los deleytes; el que se conservó virgen puro, santo Po €-PoO e — (7) D. Paul. ad Rom. cap. 8. Y.35-

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