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(XXIM) «malvadas viétimas. Aún los Padres, des- *liados del amor natural, que las bestias ¡ ss feroces tienen á sus hijos , los -sacrifica- y, y pasaban por el fuego. Esta malvada Tersticion, dice el Sabio, era causa, prin- ll bio, y fin de todos los pecados del mun- dos y los hombres en la vida, y costum- las eran tales , quales eran los Dioses , que «Ajoraban. | ¿De esta: peste tan “antigua , tan ' univer- , tan nociva, redimió: al mundo este lincipe glorioso, luego que arrojó de: él l Demonio, cumpliendose la promesa, que io Dios por Zacharias: ,, Destruiré los nombres de «los Idolos de la tierra, y borraré: la: memoria de ellos. ** ¿Qué se izo, pues, aquella «gran turba de Dioses, be eran casi tantos, como. todas las Pro- incias del Mundo? ¿Donde está Apolo , nde Cupido, donde Venus, donde Júpiter? lué se hicieron? En qué pararon? ¿Y qué ria de nosotros, si Christo no huviera que- ado la cabeza de la Serpiente con el bacu- de su Cruz? Entregados a la idolatría vi- hiriamos sumergidos en el abismo del vicio, sepultados én el chaos tenebroso del error. D Quien Sap. 14. 27.
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