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(XVI) igos, quando fueron á egecutar su “¿on? ¿Quién sino un hombre Dios afaria de sus maliciosas acusaciones, de o, que por mas que se empeñan, no p convencerle del mas leve delito, ni lan que objetarle mas que sus milagros, eficios, y virtudes? ¿ Quién sino un bre Dios oiría la sentencia de su perte con un silencio tan riguroso, se zaria con'la Cruz con una humildad profunda, sufriria su gravisimo peso una paciencia tan singular? ¿Quién csi un hombre Dios manifestaria en medio sus mayores tormentos tanta magestad , ta dulzura, tanta suavidad, tanta man- umbre? Murió este hombre: Dios, pero pronos- ando antes todas las circunstancias de su suerte: ,, Nosotros , dice :a los * Apostoles, vamos á-: Jerusalén, y alli será el hijo del hombre entregado a los Gentiles: se- rá —ultrajado , escarnecido, azotado, y crucificado: Je afearán el rostro con sa- livas, y morirá lleno de oprobrios. “* Un nocimiento tan claro de loque ha de su- er, una ciencia tan infalible, ¿quién sino Ca un Math. 20: 10.
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