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(64) et mansionem apud :eum faciemus? Por tres veces, oyentes , se vieron sobre la cabeza de Verónica símbolos bien expresos de haber logrado tan apre- cráble, y sobre toda ponderacion divina visita. ¿Á donde llegarían los globos de fuego que exálaría despues de ella? Sin duda al principio de donde vino : al mismo Dios, que de medio flamme le dice en voz sensible: veni coronaberís , al mismo Dios que enel instante, en que fué purificada en aquel fuego, la coloca en aquella gloria en que el Pon- tífice nos dice, que ya vive, latta ad Sponsum evolavit. ¿ Pero en mérito de que se le da tal premio? En recompensa de que le amó con un amor fer- viente , activo, fogoso , solícito , constante, firme, desinteresado , tierno. ¿Queréis de esto la prueba que pide el Apostol? Pues vedla resumida en po- cas lineas: Fortiter evincit trina-prelia. »Peleó en w»sí misma ó contra sí misma , es decir , contra el aesmutrimento de su carne, por los ayunos mas se- sweros, contra su substancia por las maseraciones »mas crueles. Peleó contra su espiritu sugetándole vá las leyes mas estrechas de la humildad, á la wabnegacion mas absoluta, á la obediencia mas »pronta y obsequiosa. ” ¿Como os parece, saldría de este combate ? Precisamente sui victrix. wPeleó »contra el mundo; y si con la fé mas rendida y vfirme destruye sus alagos , si por la oracion mas mperfecta desprecia sus terrores, en ambas ¿que
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