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yr (14) los mismos enemigos tenémos que vencer: ¡que confusion no nos espera en el día en que s yepartan las palmas y laureles de la tdi dad ,:sinc los destruimos! Con que rabia y des- pecho excl. narán las almas sensuales , cobardes, apegadas al 1undo: ¡ah!¡Vitam illarum stimaba- mus insaniam .... Ecce quomodo inter Sanctos sors illaruns est! (1) A PRIMERA PARTE, So aplaude comunmente (yo no digo que sea sin razon) la victoria, que gana una jóven, quando movida de impulso superior abandona el siglo , desprecia quanto él ofrece, y se abisma alegre en la soledad de ese ú otro claustro: se celebra mas el triunfo, quando la profesion la per- petua en él. Pero como ninguno de ellos pueda Hamarse lugar exénto de tentacion; antes sí bien mirados ellos sean los campos marciales destinados á la prueba de los espíritus fuertes y robustos, no opino yo, que deba elogiarse tanto el herois- mo con. que se porta una muger en aquel acto; quanto su manejo en los combates , que despues le esperan. ¡Que constancia, animosidad y “valor no necesita para salir con gloria! De aquí es, que (a) Sap. e 5 usgq.ad y.
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