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¿Li pi ig (44) Ab! gloria sin semejante ! solo le- halla: reis en los Templos de los Cristianos, en donde como en éste: se le confiesa , se le adora en la Eucaristía. ] Exclamemos , Carisimos , poseídos de inocente júbilo : digamos: con una ess pecie de vanidad laudable ; no, no ha ha- bido. Nacion 0 Pueblo alguno tan inme- diato 4 su Dios, «ni alguna le ha tenido del. modo como le tenemos nosotros en este Templo. Le tubiste en vuestra com» pañia , gente ó. generacion. primera , por eso os llamasteis hijos de Dios, y este ti= tulo fué vuestro consuelo en el destierro del Paraíso. Vivió con vosotros, Peregri- nos Hebreos, y a su lado 0 sombra fuis. teis el terror y asombro de los hijos de los hombres , la admiracion de las gentes incircuncisas., y el destrozo y esterminio de los: habitadores: de Canaán , cuya tier» ra ocupasteis , porque-Dios estubo en vues: tros Reales. Habitó en el corazon de vues- tro Reyno, ¡hustres Israelitas , tubisteis la gloria de estrechar, digamoslo asi, «su 10-

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