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(14) E, reflexionando con seriedad sobre el fin que nuestra Santa Religion se pro- puso desde los dias de su tranquilidad, en la ereccion de los Templos que desde ellos se han consagrado a Jesu-Cristo , .y comparando este fin con el que sabemos tubo Salomón en la construccion del mag- nifico de Jerusalén , encontrarémos cier: tamente mas justos motivos, que los que impulsaron 4 aquel Monarca: para expre- sar su admiracion y pasmo, por estas vo» ces: ¡Ergo né putandum est quod Deus vere habiest- super terram! Luego pue- de creérse que Dios habité verdaderamen- te aqui. Si el Cielo y los Cielos delos Cielos, no son bastante espaciosos y -dig. nos a contenerle , ¡ quánto menos esta es.. trecha material Casá que se le há edifica- do ! Tenemos sin disputa muchos mas po- derosos motivas para usar de estas expre- siones en manifestacion de nuestro asom- bro ; porque si-allí. habitaba: Dios en sf- gu- ( 1.) Lib.Reg: cap. 8. v. 27.
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