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2 o , ¡con qué decencia ¿con qué honor, con qué respeto, con qué sumision y con qué mo- do! Ah! él encanta, él triunfa de toda-gran- deza , de toda sabiduria , de toda crítica , de to- da maledicencia. Para el Padre Diego no hay lenguas mordaces ; no hay emulaciones ; no hay quien contradiga : no hay mas que :ansias por verle ; atropellamientos y. alborotos por-oirle; confusion , lagrimas y arrepentimientos en sus Sermones. ; Si predica al Clero, hace presente sus in- dispensables obligaciones , trayendo para el ar- gumento las pruebas mas enérgicas y mas fuertes de las Santas Escrituras , Padres y Concilios.-Si á los Magistrados , les pone á la vista las. Leyes y Códigos con las órdenes Soberanas que mas estrechan á su fiel cumplimiento. Si 4 las Uni- versidades , Maestros y Doctores, pondera de un modo mas divino que humano los intereses de la Sabiduria. Si á los Regulares , la observancia de sus Votos , y Santos Institutos. Si al Pueblo to- do , ¡qué sencillez de estilo ! ¡Qué pruebas tan perceptibles y claras! ¡Qué similes tan opor- tunos y tan naturales! ¡Pero qué uncion para mover los corazones de todos! Ah! no nos engañemos: en este don del Cielo parece no ha tenido semejante el Padre Cadiz.

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