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3 mostrado los Tabernaculos de Jacob : ellos le son mas agradables que las ricas moradas de los pecadores : Joseph Caamaño -, que este era su nombre , suspira por vivir abatido en tu Casa: no teme vestir el Saco Capuchino : quiere rea- lizar asi el solemne juramento que hizo en la pila bautismal de renunciar 4 Satanás y sus pom-= pas: de una vez, Dios de amor , unele á tus es- cogidos. Con efecto , el Cielo se ablanda á sus oraciones y lagrimas , y entra en la Religion de los Capuchinos , quando apenas contaba cator- ce años de edad. No va el esposo mas alegre al tálamo nupcial que nuestro devoto Joven á cubrirse de un Sayál áspero y grosero. No abrazaban los antiguos Athletas la carrera para lograr el pre- mio de un ramo de laurel ó de encina , como este generoso y resuelto espiritu 4 un Novicia- do penitente , y el mas rígido. Los conquísta- dores profanos no entraban en Roma á recibir los honores del triunfo , como- entra en Sevilla el que ha de ser conquistador de ¿innumerables almas perdidas , buscando la Casa de su refugio. Sevilla ; tu le viste ansioso , lleno de júbilo en- trar por tus puertas ,y sin detenerse en tu gran- deza, ni en tus atractivos dirigirse á la sombría habitacion de los Capuchinos; cuyos Claustros
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