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(52) gía de noche, se quitaba las horas mas pre» ciosas de su-reposo , para consagrarlas a la oración : las mas veces postrado á los pies de Jesuchristo esperaba del Padre de las lú- ces, las que él mo podia recibir, ni de los hombres , mi de los libros. En esta escuela, en este libro sagrado, en este arsenal Di- vino de Jesuchristo Crucificado hallaba el Siervo de Dios inteligencia profunda de los Misterios de la Religion, luces para expli tar con toda claridad las Santas Escrituras, armas poderosas para convatir el vicio , y vino á ser Maestro de los mas insignes Doctores , el Oraculo de su siglo ,-la luz del mundo , la admiracion del Universo De otra suerte, ¿cómo su-doetrina hubie. ra podido ser tan universalmente admirada de los sabios? ¿Cómo las Santas Escrituras, el Dogma y el Moral no “habizn de tener dificultades, que no aclarase, que no fon» dease , que no allanase? ¿Cómo «en todo tiempo, en toda ocasion, aún sin preven» cion , sin estudio , la ley, el Evangelio, Jesuchristo , su gracia, su Iglesia, la fé y sus objetos, la caridad y sus leyes, la pe- hitencia y sus requisitos , el pecado , sus con. 4 > 4. 3 -* : a A q y
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