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(42) que-el Siervo de. Dios le dixese un- Evan. gelio, y apenas se lo dixo, levantandolo con sus benditas manos, no necesitó de mas mu- letas , ni de otro apoyo alguno para volver: sc 4:su.casa, seguir al Padre en toda su Mi» sion, y quedar perfectamente bueño, Sobre todo, vistcis aquel grande prodigio de ha= ber una muger dado á luz dos eriaturas pe- gadas por el pecho, recibir ambas el agua del Bautismo , y quedar su: Madre buena, y: sin lesion alguna con solo haberle el Sier. vo de Dios dicho un Evangelio-poco ántcs de parir, y haberle dado tres pasas , para que las tomase en el nombre de la Santisi ma Trinidad. Ultimamente, concluyamos sus -maravis MaS, con la que Cordoba. tiéne plenamente Justifizada , y con-toda formalidad. Predican- do el Siervo de Dios en la Plaza mayor de dicha Ciudad, estaba la atmostora , y todos los orizontes cargadísimos de espisas nubes, amenazadoras de pronta y copiosa lluvia, Efectivamente con un avre vehemente £o= menzó á llover: suplicó al auditorio se cu- briesen las cab2zas; y viendo el fervor del pucblo, que nadie se iba, aunque Ei cie.
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