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(31) los ardorés de su zelo. Estos le abrasaban, le devorabán de suerte, que escribiendo al Eminentísimo y Excelentísimo Señor Del= gado , Cardenal, Patriarca de las Indias y Arzobispo de Sevilla, tal es el fuego en qué me abraso, le dice, que si decir se puede, juzgo , que aún quando me ballara en los in fiernos”, baria alli: resonar el: Santo Nombre de Dios, Estos le llevaban, le impelian: con fuerza soberana á zelar el decoro de sus Templos, cuyos desacatos lo sacaban: fuera de sí, decía muchas veces , que los males que padecia España, eran procedidos del de» sacato de: los Templos; y por lo mismo pres dicando en una Iglesia de Cádiz , viendo entrar en ella 4 una muger profanamonte vestida, rodeó. el asuato del Sermon hacia el decoro del Templo, hablando con tanto fervor y espiritu , que allí mismo aquella rmuger-sé quiió sus adornos con cautela , sa» lió de la Iglesia sin ellos, y nunca, mas se los puso. Lste mismo zelo le hacía velar noche y diz, procurando por todas partes, que se diese culto á Dios , y que se ador. nasen sus Iglesias, de que es buen testigo la: de nuestra Señora de la Paz, de- Ronda, np tan

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