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(29) derse «distraer , ni apartar un momento de tan dulefsimo objeto, como le vieron sus compañeros no pocas veces, , Llegamos á » Jaen, dice uno, nos pusieron. á los dos solos en el Palacio que tiene el Señor ¿Obispo unido á nuestro Convento. Aque- ss Ha. primera noche , como á las diez, me. ,, dixo lo reconciliara , lo que en efecto h1> , cez pero viendole faltísimo de fuerzas, sin ¿y oir sus ruegos, hice que se acostase. Bor y, la madrugada como á las dos sentí ruido, y fuí á su cuarto, y ya no estaba en la ca- 5 ma, me hice cargo estaría en la tribuna, 5 fuí a ésta, abricudo la puerta con mus ¿cho tiento , resuelto 4 hacerle que se acos» ¿y tase 3 pero amigo mio , estaba como la ¿Esposa «reclinada en los brazos de su Es= , poso; le hallé hincado de rodillas, bas- ,, tante trepado de espaldas, la vista elevas ,, da , los-brazos en cruz , y rodeado de una claridad tan rara y admirable , que ,, me. sorprehendí. Salimos de Jaen para ,, Martos , donde estuvimos en casa de nues- y tros Síndicos los Señores Escobedos. La ,, Unica noche que estuvimos allí , sucedió , lo mismo que en Jaen. Lo confesé antes y que

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