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(27) iban 4 curar: vamos á padecer las angustias de la muerte. En fin, efecto de su humil- dad aqueila generosidad de ánimo, con que exórtando a un rico avariento próximo á morir , paraque reglase sus cosas para la eternidad , sufrió sin abrir su bendita boca, y sin sentirse, un espantoso aguacero de oprobios y ultrajes, diciendule al Siervo de Dios, que-era un picaro frayle; indigno, atrevido , desvergonzado- , sin politica ni crianza. Lo mismo que sufrió en Galicia de un Religioso administrador de una: casa de campo, que despues de no haberlo ¿queri= do recoger una noche , por no haber “admi- tido una moneda, que le daba, lo trató de fanatico, engañador de los pueblos , filosofo del presente siglo, y de sobervío, con otros mil oprobios. ¡ Hat La gran paciencia, con que el Siervo de Dios sufria estos ultrajes, y otras horribles y ruidosísimas eontradiciox, nes, que tuvo en Zaragoza, en Galicia, en Sevilla, en Cádiz, y otras partes por su ardiente zelo , bien la daba á' entender quan- du lleno de gozo y alegria espiritual decía: estos son los gages de los Misioneros. ¿ Y qué os diré de. su castidad , de su ae”
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