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(26) do en una ocasion , en que viniendo el Siervo de Dios por una calle, salió un ni ño de su casa , y asiendole de la cuerda le dixo : Padre Diego. venga Vmd. á decir un, Evangelio á mi Madre, y sin detencion algu- na fue á decirlo. Aún econ daño propio sien» do de corta edad obedeció 4 otro , Que mans dandole se tendiese boca abaxo., se sentó sobre su cabeza y la apretó con tal fueza Contra una peña , que le torció las narizes, cuya imperfección aunque leve , conservo toda su vida. Efecto de su humildad era aquella prontitud, con que se abatia hasta la tierra, luego que algun Sacerdote, 6 Res ligioso queria besarle la mano. Aquella afa- ble, pero magestuosa amabilidad, eon que insensiblemente arrastraba los COT2ZODES y y la veneracion de Jos pueblos, Aquella, tierna caridad, aquella dulzura inalterable propia de un Ministro de Jesuchristo, cons sagrado á anunciar una ley de amor, y um Evangelio de paz á toda criatura. Aquella paciencia humilde con que por muchos años toleró un agudo dolor de entrañas, y otra muy prolixa enfermedad sin quejarse, y sim: oirsele mas palabras que estas , quando le iban
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