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EN 54 Y signe Apostol de nuestros dias , echa una mirada á el rede- dor del lecho donde agoniza , y yé acercarse á la muerte:: sostenedme ¡O Dios mio! ahora , en que el dolor redoblando su calibre , abruma mi, Espíritu ::: apoyadme Señor para po- der relatar el triunfo de vuestra gracia,, en el último instan te de la vida de vuestro fiel Siervo :: la muerte , en fin, con un paso trémulo , lento , y como forzado se vá acercando. á cumplir su encargo.. ¿$e amedrentará, este Justo con tu vis-" ta? ¡Ó muerte espantosa y terrible! No: Non te formidat larva- lis efigies: (51) noteme tu segur; no le espanta tu aspecto. car- nizero ; te desea resignado , porque suspira unirse con su Bien Christo Jesus ::: reserva por tanto las amarguras que te acompañan para las almas injustas , que temiendo la pre- sencia de su incorruptible Juez , apelarian , siles fuera da-= ble , de su decreto , para prolongar al menos sus dias :.der= rama. tu convulsivo pavor .sobre los Espíritus familiariza= dos con los lisongeros placeres de la vida mundana :' guarda en fin los espantos de unas agonias terribles , hasta un gra= do inexplicable , para los que solo oyen los gritos de una con- ciencia, delingiiente. El Justo espera en su muerte , pues para él es un sueño; es un granero su sepulcro, lleno. de la co- secha fertilisima desus Virtudes::: ¿como no escuchará con pla- cer los mensages de su transito ? (52) Los oye ,sin inquietud ni turbacion ; los oye con seguridad y con jubilo : los oye, todo abstraido de los objetos de la tierra , como nuestro Vene- rable Sacerdote, que apenas se alimenta con el admirable Cuerpo de su Redentor, cierra los ojos; recoge sus poten- cias; y si mueve los labios , es para decir , aunque impercep- tiblemente , lo que el Espiritu Divino le inspira ::: ¿qué será? ¡Ab! Veni Domine Jesu: (53) Ven dulcisimo Jesus: mi Padre misericordioso : mi -amable Redentor.: el unico bien ; el solo amor.de mi ¡Alma ::: Veni Domine $esu : ya,es hora: recibid mi Alma £nda amorosa llaga de vuestro Sacrosanto pecho ::: recibid ¡O buen Jesus! en vuestras manos mi Espíritu ::. El P. CADIZ ya existió : concluyó su carrera ; terminó su des- tierro ; marchó 4 su patria, non modo securus , sed et letabun- dus , et laudans. Asi concluyó su vida este esclarecido Princi- Pe; AS

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