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97- los males , ni en su t1ltirtia e11ferrne:dad el peligrd de su muerte , esperaba con seguridad todos los bienes del mismo Señor, á quien temia. (a) No es, trañeis , Señores , que yo rue exprese de este mo– do, p11es además de que las Santas Escrituras FlO una sola vez nos afirman, que estos son efectos inseparables del santo temor de Dios , nos lo per– suade el Espiritn Santo , en el capitulo segundo del Eclesiastico, donde se1íala el exercicio de estas tres virtudes fé , esperanza, y caridad , como pro– pio, y característico de los que temen a D ios: Qui timetis Dominum credite illi : : : sperate in i/lum : : : di-. ligite illum. (b) P udiera añadir en confirm3cion de 1u bo11dad la tranquilidad que gozaba su espíritu> la paz de su conciencia , la rectitud de su cora– zon , la igualdad de su ánimo asi en lo próspero, como en lo adverso , y la resignacion de su vo– luntad en la de Dios , indicado todo en la siempre apacible serenidad de su semblante, y demostra– da en la observacion que hicieron sus domesticos, y que deponen constantemente aún los mas estra~ ños de no haberla visto jamás con motivo alguno disgustada , exacerbada , ó displicente ; pues todos estos son frutos de la devota religiosidad de un alma que teme a Dios, segun qne nos lo dex6 es– crito Jesns Sirach , en su divino libro del Eciesias– tico. (e) ¿ Pero ac~s? intento yo formar un elógio de su Alteza Serems1ma , 6 hacer un Panegírico de 5us virtudes? No , Señores , no es roi ánimo tal cosa ; sí lo es, daros a conocer por sus hecho~, que era temerosa de Dios , y estos , no yo, son N los a. Ecc!i.34 16. 1, Eccli,'l,Vl',8.g. 10.:: Vide in bi, omnib. Alep1dc. e EccJi,1. 17.

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