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~o peligros no padece menoscabo el c:mdór de su in• nacencia , no puedo dcxar de admirarme , ni de alabar á Dios por sus marabillas ; porque veo una :izuzena a quien no punzan las espinas de los ries. gos , qne la circundan; (a) una rosa , que entre los elados yelos del erizado ivierno de la comun relaxacion , conserva sin menoscabo s11 fragrancia; (b) y una delicada flor , que aunque sujeta en lo na. t nral a padecer las aridl!zes de la muerte, ( e) man. tiene en lo espiritual todo el vigor de su lozanía entre los vorazes incendios de la malignidad, que a los mundanos abrasa. ¿ Y quién podrá no admi• rarse de un exemplo tan notable , y singular? yo lo dexo á vue~tra juiciosa rcfle.xion , para que le d eis toda la ponderacion , que se merece ; pero os mego tengais presente la arreglada conducta del jus. t o J osef en Egipto en la casa de Putifü; (et) la del S.into D aniél en la Coite de Babilonia; y en el P,1lacio de Nabucodonosór su Rey p i.g,ano; (e) y en la de Asuero , Rey de los Persas , la que obsen·ó la prndenusim::i Estér , (f) para no con– tinnin::irsc con sus csu!t,s ; y q11e cotej:i: do estos r.. ros cxempl:m:s, (;011 el que os iba p roponiendo de nuestra Screnis11n::i Infanta , vosotros mismos ju7gneis h::isr,a donde lkga éste , que yo a vista de él no dudare asegnraros ser un portento mas dig– no de ~uestras admirar·oncs , que el de tratar el fuego Slll quemarse , (g) tocar la pl..'z , y 1 o in– quiuarse de ella_, (b) t qu~ corta_r ~-• kíia sin cla– \'arse alguna asulla; (1) pues 11ad1e ignora, que el tra-