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• ~ . 8 3 servancia de sus M andamientos ; si le ofrece liber- tarlo del comun escandalo de los pecadores ; y si Je asegura, cuidará de q ue no sea inficionada por estos su virtu.d , ni su mérito menosc:1Vado , ( a) tarobien nos dice , que son arrebatados de la muer– te algunos de ellos , porque la malicia no tenga l ugar de pervertirlos, y que en algun caso suele darse prisa. a sacarlos del centro de Jas iniquidades, por lo roncho que en su alma se complace. (b) i O alteza de sus juicios en llevarse á unos, porque no peligren , en dexar a otros donde corren ries– go ! ¡Ah ! Señores, si tan poderosa es nuestra 1·e– laxacion , que puede pervertir a un justo , ó St!J: causa de la temprana muerte, de los que con su oracion , y santa vida pudieran escusar nuestro cas– tigo , ¿ cómo no temeremos aquellos ocultos con– sejos del Señor , con que pudiendo impedir esto no Jo impide? No poco de esto encuentro yo en el temprano fallecimiento de nuestros Serenísimos In– fantes , porque en ellos teníamos dos buenos mo– delos de una vida cristiana , y de una regular con– ducta , y por eso me parece, que considerada su muerte en lo sustancial, nos pone a la vista lo terrible de los divinos J!licios, para que los temamos. Con ella cayó por tierra la corona de nuestra ca– beza , ouestro caudillo , nuestro hermano mayor, y nuestro honor principal, dexandonos mucho que sentir en sn falta, y no poco que temer por ella: Cecittil corona capitis 11ost1"i. ¡Vae 11obis ! Para mejor conocerlo os debo poner a la vista los buenos e.xem– plos de estos Señores; y para evitar la confusion L 2 ha- a P 5 al. 1,i4. 3. /, Pro¡,rauit cdi,cer• U/11,. d, 111,dio i11í,t1"– t alUTil,S~pient.4., 4.
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