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4 t 11ue bios · abundantemente los havia coudecorado, como con otros tantos talentos de Prudencia, D is– crecio~ , Entendimi~oto , P!edad, Misericordia, Mag– nanimidad, Modesua, Sobriedad, y Mansedumbre. E stas , estas son la causa principal de nuestro des– consuelo, porque nos hacen su pérdida irreparable. Estas J que con las <lemas virmdes , que les v imos practicar formaron en sus reales corazones igual nu,. mero de ascensiones , 6 grados para subir al Cielo, y con que caminando por este valle de lágrimas de una en otra virtud protegidos de las bendicio– nes del supremo L egislador, se hicieron beneméritos de su eterna felicidad , segun piados.imente discurri– mos, son para nosotros un agregado de infortunios, nunca bastantemente septidos, p0rque nunca podre.. mos suficientemente ponderarlos. Y estas mismas se– rán las que en todo tiempo nos recuerden los ven– tajosos bienes, de que p ara siempre carecerá yá nues– tra esperanza en sus no vulgares, ni ordinarias pren– das. 1':o gradueis , Sefiores , estas mis eJ1presio11es de bjperbólicas , ni las juzgueis como alguna ex:i- gerncion abultada , á que dá mas cuerpo el artifi– cio retórico de la ponderacion, qne la verdad del hecho. Vosotros sabeis mni bien , que la muerte de nuestro Catolico Monarca el Señor Don Carlos III, que de Dios 6 oze , cuya noticia acaba de llegarnos, y jamás acabaremos de sentirla, se asegura , no sin grave fundamento , que ha sido ocasionada del cú– mulo de pesares, que a su real ánimo contristaron tln la falta de estos Ser.ores, singnlarmente del Se~ ñor Infante D. Gabriel su hjjo, á quier. tiernamente .a1 :.ba. Por Jo menos no puede dudarse, que ella a;..~a sido una parte no pequeña de este nuestro ul~ f tL~

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