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25 la mala vida , y bolvernos a Dios; y "este es dado por el Espirim Santo, y medio con que empieza a disponerse el h@mbre para su justificacion , dice el Santo Concilio de Trento , mas el solo no jlls– tifica, esto es , nunca está unido con la g racio, co.. mo enseiian los T eólogos. El temor illicial , llama– do así, dice San Buenaventura, porquí! es el prin– cipio de nuestra justificacion, y don del Espíritu Santo , aun que en un modo imperfecto , porqne aun no es perfecta la caridad, que le acompaña, es aquel con que tememos cometer el pecado, no solo por miedo del castigo, sin6 principalmente por la ofensa que hacemos a la Divina Magestad- Es– te temor tiene dos ojos , 6 dos respectos , dice San Antonino; con el uno mira a Dios, y a la virtud de la justicia para evitar el pecado , y con el otro atiende a la pena de la culpa para excusarla. El temor filial, por otro nombre temor rasto, es aqnel con que teme el justo desagradar a Dios, le res– pera, y le venern como a sn Seño1", y sumo bien. Este temor es perfecto porque está unido a la per– fecta caridad, ó a la gracia santificante ; es don per– fecto del Espíritu Santo , y el por sí solo nos jus.. tífica, nos hace hijos , y amigos de Dios , y he– tederos de sn Gloria. Este santo temor tiene dos accos, dice el Angélico Maestro; uno con que te– me ofender a Dios, desagradarle, 6 perderle con la cul¡::a ; y permanece en el justo mientras vive; y otro el respeto , y reverencia a su tremenda di– vina Magestad; y este es el que se continua en los Bienaventurados, segnn aquello del Salmo diez y ocho: el temor de Dios es Santo, y permanecerá por los siglos de los siglos: Timor Domi11i Sanctus, D per-

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