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'!-g mor de Dios. E l temor en toda su latitud entendi– do es el miedo de alguna adversidad que nos ame– naza, y conque hu imos de alg n.n mal , por -no per~ dcr lo q ue amamos. Uno es pasio11 natural en noso– tros , otro es santo , y -virtuoso. Aquel ,es innato á nuestra naturaleza , y de ella inseparable; y este nos es d:ido po r Dios, y beneficio suyo. E l prime– ro se divide en indiferente , ó inc11tpabte , y en rnl– pable , y pecaminoso. El temor inculpable es en dos maneras, nawral, y bwncmo. E l nawral es ~\ mie– do ele todo lo que nos es adverso , y se halla aun en los b rutos , 6 en toda criatura sensible , y por esto nada tiene de culpable , como se evidencia en nuestro Seiior Jesucristo, que en quanto hombre temió naturalmente su muerte , y su pa$ion. El bn– mano es el que naturalmente nos hace temer algnn mal a proporcion del conocimiento racional qne del se tiene , y este tampoco es pecado; tal fué el te– mor del Santo J oven T obías., para casarse con b Virgen Sára su prima. D e este temor sciíalan los Teologos con Santo T omas , y San Antoniiw , to~ mandolo de San Juan Damasceno, seis especies, 6 actos en especie distintos : la pusilanimidad, la afretl– ta, la 'l'ergücmz.a , la admiraciou , el. pasmo ., y la ago11ia, a que San Antonino añade el septimo, que es el tremor. El temor culpable y malo es un mie– do. desmedido de perder alguna cosa , que desor– denadamente se ama ; y se divide en carnal , y m:m· dano. El camal , es el miedo culp3b]e de perder la vida , ó catecet· de los gustos pecaminosos de la carne , por el amor que se les tiene. Este temor unas veces será pecado mortal , y otras venia!. Se– rá mor~,ü, quando por él se falte a cumplir un pre- cep

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