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\. , 1 93 s~Io pecado; ! y u rm con _tantos me esperns toda• '"'ª ? Esa bon~;,~, Je sus mio! esa boudnd es un cuchillo que d1v1de mis cntrnnas, y penetra mi co– razon. con el mas agudo dolor. ¿Es creíble, Seüor, que siendo Vos tan bueno, os hayn )O ofendido ,.,11to ? ¿ Dónde tenia entonces n i juicio ? ¿ Dv11de estaba yo en e:.e tieffpo? ¿ Dónde estaba? Estaba, Redentor ¡nio, füera de mí, porque 1:staba k.xo ~ de Vos: y Vos para que volviese en mí queri.. is ocu– J)ar mi cor1>Zúll ; ¿ y yo lo resistía? ¡ O locura la mía ! ¡ O bondz,d la de mi Dios' ¿Qi;é fuera de nú $i ella no fuese tanta ? A "i~tl de ella , y di! ese infinito amor que me mostrais, quisiera, llevado de mi dolor , quexarme de vos ... margameme: ¿ Qua– re errare 110s fecisti, Domine, de i:i1s tuis: i11.t.,rasti cor nostrum, ne timeremus te? (a) ¿ Por ql,é me per- 11,itisce que pE>casc? ¿ Por qtw dt"x.j~I<! cndu1u ~r nu corazon hasta el extremo de rcsbttr vue!'tros auxi- 1os? i Por qué antes de ofenderte no me quitaste Ja vida ? ¿Por qué lo hiciste .isi sabiendo qne ha– via de IJcg:ir eHe d1a de mi arrepentiniiento? ¿Quanto mejor me füera el no bavet jamas pec:1do ? V ues.. tros juicios me esrremccen : m profundidad me Jior 4 rori7.a, y el pavor qui! me ocasionan entorpece mis pa~os para accrc~rme a Vos. ¿ Pero tJl lt he de ha• et n.e? Sinó llego me pierdo. S1 llego os miro ofon– dido, y no puedo d(xar de ver mi iníqui<Jm.l. Si atiendo a ella , veo que he peczdo cosiua el Cie– lo , y contra Vos. Si me miro a u í, casi pierdo el aliento al conocerme tan ingrato, Si a lo q ine. Hb rez-

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