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186 él, yá con respeto ~ sns edades juveniles , y cor... tas, yá en atencion a las grandes esperanzas , que sn robusta salud, y sobresalientes prendas nos pro– metían ; quanto en la aceleracion , con que asi ca– da uno en particular , como de todos en comun lo l'lemos visto sucedido. De aqui deduxe , contrayen• dolo a nosotros , quan pr®fundos son estos sus jui– cios en la incertid1m1bre, con que nos tiene Dios del tiempo, y del modo con que sucederá nuestra muer– te, no menos que en lo indubitable de su itJfali– filidad, por ser decreto absolttto, é irrevocable, y justa pena de nuestro pecado , que todos precisa-. mente hayamos de morir. Os ofrecí en segnndo lu– gar manifestaros lo terrible de estos divinos juicios en lo sustancial de la muerte de sns Altezas , 6 en la pérdida irreparable que por ella padecemos; y esto os Jo dexo persuadido con haceros ver se los ha llevado el Señor , no ostante de serle tan gratas sus costumbres , como util para nosotros su vida. Lo haveis visto en el buen exemplo de la Se– renísima Señora Infanta; porque su temor á Dios, que la obligaba a huir del mal de la cnlpa, y que la conservó inocente, sin aquellas manchas que los pecados itlteriores, y ocultos, siendo graves , de– :uin en el alma , y sin la nota , que ponen en la conducta del sugeto los que son exteriores, y ma– nifiestos, nos la hacia igualmente recomendable por esto, y digna de nuestras alabanzas por la prácti– ca del bien de la virtud , qlle nos acr.editó con su grande religion , y en su notable piedad: y es fa_ cil conO'eturarlo del arreglado modelo, que. con su probidad, y buen uso de sus talentos nos presen- ta-

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