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135 , el extto de nuestra nrnert~, Y propio de su bondacÍ el salvarnos, (a) Si esperasemos en él, como es de– bido, será tan firme nuestra eterna felicidad como lo ha sido , lo es, y lo será la inmutable firmeza del monte Sión , que exfste en Jerusalén: !) 11 .¡ con4 fid1mt i11 Domí110 sirnt mons Sio11, non commovebitur i11 aetermmi, qui babitat in Jerusalem. (b) Pensemos, en fin , y obremos de este modo, y demos como por ,ierta nuestra deseada predestinacion. III. Me he demorado , hermanos mios , en es.. ta moralidad mucho mas de lo que havia pensado, y quería : tal vez habrá sido disposicion de Dios, 6 permision suya, para alguno de aquellos altos fi– nes, con que para el bien de un alma suele valer– se de medios al parecer estraños, é importunos. Disimuladmelo por caridad ; y debaos yo esa nue– va prueha de vuestra bondad, de~pues de la que me e~tais dando eu escucharme, y vamos a con– cluir epilogando quanto os he dicho., p:ua finalizar en los terminas regulares. r. Si lo teneis presente 1 y yo mal no me acuer– do, os prometí haceros manifiesto los poderosos moti\'OS, que para admirar los jmcios de Dios, y venerar sn incompree.nsible profondid3d se nos pro" ponen en las exteriores c-1rc11 nrn111cias dd t:dlecimien– to de los dos Serenisimos Infantes d ·füntos Don Gabriel Antonio de Borbon, y D0ña l\laria An.a de Porwgal nuestros Señores; y en conseqi.iencia de ello os lo he demostrado tanto en lo temprano de A a t.<I, e l'saUi7.'21, • 1's.1l.1'2-+,1.::-V1Jcl.orllcl. JAm;c¡J, in P~– uphrJs,

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