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~168 que trabajemos todos por salvarnos ! i 6 .:ilteza de la -s~bidnrin, y cic-ncia de ]),ns 1 1qué 1ncomprec11- sibles son sus juicios! ¡ y caué mv-estigablcs sus ca– minos! Lo son ciertamente en este gravisimo punto de la gracia, y su ankcedentc voc:.cion , que iufali– blemente precede a la s::lv,,( ion dd pred~stinado pa– ra el Cielo ; n_as 1 o mer,os lo son en d medio ne– cesarisiroo de la perscvernncia, porqt.:e sin ésta no es aquella suficiente. No todo aquel a qnien se dá la vocacion , y gracia para su justificacion , y la con– sigue es predestinado, ni se salva, porque no todo el que la logra persevera en elln; pern sí se salva, y es predestinado el que une su final perseverancia a la gracia que se le d,6 de sn justificaciol!. (a) Tuvie– ron la primera aquellos dos infelices Apóstatas Hi– meneo, y Phileto, de quienes habla el Aposto!, pero les fa1t6 1a segunda, y perecieron ; y a vista de este exemplar formidable recurrió el Santo 1t el arcáno de la predestinacion, no para señalar su pre-– vista r eprobacion por causa de la caida de estos n,i~erablcs , sí para c,kducirla en cierto mot.1.;.) de clb, com,, por el contrario se infiere la predesti– nacio!l en los que persever«n firmes en la fé, 6 en la gracia con :que han sido santificados. No puede faltar, dice, el siempre firme fundamento de Dios, el qnal tiene la inf'altble señal de que conoce el Se– ñor los que son suyos, y que ellos perseveran en su gracia: Sed fimwm fmidamwtum Dei stal, bu– be11s signaculwn h1JC: Cognovit D omil;us, qui sunt ej:,s; et discedat ab iniq.1itate, omuis, t;J.!li nomi11at 1ion:en Do- -

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