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16'2. un inocente J ob, y :il v.1so de eleccion San Pablo l ¡Y quantos recelos, cuid:idos, y solicitudes no de~ bcd causar a los que ciertos de que hemos peca– do, no podernos estarlo de nuestra justificacion, ni tampoco de nuestra suerte, y destino en la eter– nidad; pues aunque vivimos los pecadores mistu– rados con los justos , ninguno sabe si será digno del amor , ó del odio de su Criador , porque el conocimiento de ello está reservado para la otra vi. d:.! (a) ¡ Foimidable verdad! suficiente ella sola para que miremos con hotror las vanas alegrias de este mnodo, y para obligarnos a tomar con empeño el principal, único, y necesario negocio de nues– tra salvacion , atenta la incertidumbre de nuestra pasiva elcccion, y de su dificil conser11c1011. 1. Nuestra eleccion para la Gloria 110 es otra cosa, que aquella oculta, pero indubitable predes– tinacion , con que Dios desde su eternidad eligió para e)la a los que ha de llevar despnes consigo i la Bienaventuranza, E sta predestinacion de los San– tos, 6 de los escogidos no es mas, dice el gran P. S. Agnstin , qnc la presciencia de Dios, ó su eterno conocimicuto á que acompaña la prep~ra– cion , 6 determinacion de sus divinos beneficios , y gracias con que certisimamente se libran de la eter~ na perdicion , qnantos de ella han de libertarse : Haec est praedestinatio S cmctorum, 111bit az; ,t : p ·n.:S– cieritia scilicer, et pl'Cieparatio bmi::fi, ·,,.., ·1 D.:i , qi+i– bus certissimé liberam!tr, q•1iwmqu.e libera J,.,r. ,L) No es necesario que en este pnnto, uno <le los mas m- --------------------- ª Eccle.9. 1. b S.August.Dc 1>0110 Pct~evl!rao, cap, 14. 11. ,5.

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